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viernes, 3 de febrero de 2017

Madre Teresa de Calcuta




"No basta con dar...
Eso es fácil...
Hay que dar hasta que duela..."
                                   MADRE TERESA DE CALCUTA


"Si llevamos la oración a nuestras vidas, si de verdad oramos
llegaremos a conocer a los pobres.
Es posible que existan pobres en nuestra propia familia
Conociendo a los pobres los amaremos
Si los amamos, haremos algo por ellos
Fruto del amor es el servicio
Os pido que oréis
Mediante la oración
Empezaréis por conocer ante todo a los pobres de vuestra propia familia
Y ese conocimiento os llevará a convertir vuestros hogares 
En hogares de amor
De paz y de alegría
Si de verdad
Estáis rebosantes de amor
Lo más natural ha de ser que os esforcéis por 
Transformar vuestro amor en gestos vivos.


Repetiré una vez más que lo que importa no es cuánto damos
Sino cuánto amor ponemos en lo que damos 
Y en lo que realizamos
Por eso os pido que pongáis vuestras manos
A disposición para servir y vuestros corazones para amar
Seréis capaces de hacerlo sólo si oráis
La oración os reportará como fruto un corazón limpio
Y un corazón limpio puede ver a Dios
Viendo a Dios
Empezamos a amarnos unos a otros como Dios nos ama a cada uno de nosotros."


"Nos hace bien dirigirnos a nuestro Señor y preguntarnos a nosotros mismos: 
¿Amo yo tanto a Jesús? 
¿Acepto de verdad la alegría de amar compartiendo su pasión?
Porque aún hoy día Jesús sigue buscando a alguien que le ofrezca consuelo.
Recordáis lo que ocurrió en Getsemaní:
Jesús buscaba a alguien que le hiciese compañía en su agonía
Algo semejante se proyecta sobre nuestras vidas
¿Le brindamos la posibilidad de compartir con nosotros su tristeza?
¿Estáis dispuestos a consolarlo? 
Viene a vosotros en el hambriento
Viene a vosotros en el desnudo
Viene a vosotros en el que carece de compañía
Viene a vosotros en el alcohólico
Viene a vosotros en la prostituta
Viene a vosotros bajo la semblanza de mendigo callejero
Acaso viene a ti en el padre solo
En la madre, hermana o hermano de tu propia familia
¿Te muestras dispuesto a compartir con ellos la alegría de amar?
Por eso tenemos necesidad de la eucaristía:
Para compartir la alegría de amar a Jesús
Por eso tenemos necesidad de una intensa vida de oración
Pidamos, pues, a Nuestra Señora que nos enseñe a orar."




"No olvidemos que el amor, para poder sobrevivir
Tiene que nutrirse de sacrificios
Las palabras de Jesús: 
"Amaos unos a otros como yo los he amado" 
No sólo deben constituir una luz
Sino una llama que interiormente nos consume
En el servicio de las necesidades de los pobres
Los colaboradores de Cristo deberían prestar una atención especial
A los que no se sienten amados y que se ven privados de amor.


Porque la peor de las enfermedades es el sentimiento de no ser deseados
De no ser amados, de sentirse abandonados por todos
El pecado peor es la falta de amor y de caridad
La tremenda indiferencia hacia los que se encuentran al margen del sistema social
De los que están sometidos a la explotación
A la corrupción, a la necesidad, a la enfermedad
Hagamos lo posible para que los pobres
Viéndonos a nosotros, se sientan atraídos hacia Cristo 
Y que lo inviten a sus hogares y al interior de sus vidas
Y que los enfermos y sufrientes puedan encontrar
En nosotros ángeles de consuelo y de bondad."



Nada es demasiado insignificante
No debemos apartarnos de las tareas humildes
Porque son trabajos que nadie quiere hacer
Somos tan pequeños, que miramos 
Todo desde una óptica de pequeñez
Pero el Señor, siendo todopoderoso
Ve hasta lo más pequeño como grande
Por lo tanto
Aun si sólo le escribes una carta
A un hombre ciego
Que no lo puede hacer por sus propios medios
O si simplemente te sientas junto a él
Y lo escuchas
O llevas una carta al correo para otro
O regalas un ramillete de flores a alguien 
Todas éstas son pequeñeces
O lavas la ropa para alguien
O le limpias su casa,
Para El no serán pequeñeces
Tu y yo debemos dedicarnos a las tareas más humildes
Hay mucha gente que puede hacer grandes cosas
Pero son muy pocos los que están dispuestos a dedicar su vida
A estas pequeñeces.



UNA SONRISA

Una sonrisa en los labios alegra nuestro corazón
Conserva nuestro buen humor
Guarda nuestra alma en paz
Vigoriza la salud
Embellece nuestro rostro 
E inspira buenas obras. 
Sonriamos a los rostros tristes
Tímidos, enfermos, conocidos
Familiares y amigos. 
Sonriámosle a Dios con la aceptación 
De todo lo que El nos envié y 
Tendremos el merito de poseer 
La mirada radiante de su rostro 
Con su amor por toda la eternidad. 
Las palabras de Cristo son muy claras
Pero debemos entenderlas como una 
Realidad viviente, tal como El las propuso
Cuando El habla de hambre
No habla solamente del hambre de pan
Sino hambre de amor, hambre de ser 
Comprendido, de ser querido
El experimentó lo que es ser rechazado porque 
Vino entre los suyos y los suyos no lo quisieron
Y El conoció lo que es estar solo
Abandonado, y no tener a nadie suyo
Esta hambre de hoy
Que esta rompiendo vidas en todo el mundo
Destruyendo hogares y naciones
Habla de no tener hogar
No solamente un cuarto con techo
Pero el anhelo de ser aceptado
De ser tratado con compasión
Y que alguien abra nuestro corazón 
Para recibir al que se sienta abandonado. 


LIARA
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PARA ALIMENTAR VUESTRO SER EN TU CAMINO…
A MIS PADRES Y HERMANOS
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POR LA VIDA DE NUESTRO HOGAR NUESTRO PLANETA TIERRA.





Oración





Señor y Padre celestial,
Haced de mi un instrumentos de tu Paz.
Donde haya odio, pongamos amor.
Donde haya ofensas, pongamos perdón.
Donde halla discordia, pongamos unión.
Donde haya error, pongamos verdad.
Donde haya duda, pongamos la fe.
Donde haya angustia, pongamos esperanza.
Donde haya tiniebla, pongamos tu luz.
Donde haya tristezas, pongamos alegría.
Oh Maestro, que no busquemos tanto,
En ser consolados como en consolar;
en ser comprendidos como en comprender;
en ser amados como en amar;
Porque:
dando se recibe;
perdonando se es perdonado;
y muriendo se resucita a la vida eterna.
Así sea.

San Francisco de Asís




Donde hay amor y sabiduría, allí no hay temor ni ignorancia.
Donde hay paciencia y humildad, allí no hay ira ni turbación.
Donde hay pobreza con alegría, allí no hay ambición ni avaricia.
Donde hay quietud y meditación,
Allí no hay preocupación ni disipación.
Donde está el temor de Dios guardando la casa.



Allí el enemigo no puede encontrar la puerta de entrada.
Donde hay misericordia y discreción, allí no hay soberbia ni dureza.
Dichoso el que ama y no desea, en cambio, ser amado.
Dichoso el que teme y no desea, en cambio, ser temido.
Dichoso el que sirve, y no desea ser servido.
Dichoso el que se comporta bien con los demás,
Y no desea que los demás se comporten bien con él. Pero estas cosas son grandes, y los necios no logran entenderlas.
Desde hoy y siempre Padre, en tus manos me encomiendo, haz de mi lo que tú quieras, sea lo que sea, te doy las gracias. Estoy dispuesto, lo acepto, con tal que tu voluntad se cumpla en mí, y en todas tus criaturas, No deseo nada más, Padre.
Te confió mi alma, te la doy con todo el amor de que soy capaz, porque te amo, Y necesito darme, ponerme en tus manos sin medida, con una infinita confianza, porque Tú eres mi Padre y dador de la vida eterna, así sea.



LIARA
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Parábola del Buen Samaritano





(Lucas 10:25-37).


25 En aquel tiempo, se presentó un letrado y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba:
- Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?
26 Él le dijo:
- ¿Qué está escrito en la Ley?, ¿qué lees en ella?
27 El letrado contestó:
- Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo.
28 Él le dijo:
- Bien dicho. Haz esto y tendrá la vida.
29 Pero el letrado, queriendo aparecer como justo, preguntó a Jesús:
- ¿Y quién es mi prójimo?
30 Jesús dijo:

- Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. 31 Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. 32 Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo, dio un rodeo y pasó de largo.
33 Pero un samaritano que iba de viaje llegó a donde estaba él y, al verlo, le dio lástima, 34 se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. 35 Al día siguiente, sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo:
- Cuida de él y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta. 36 ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?
37 El letrado le contestó:
- El que practicó la misericordia con él.
Le dijo Jesús:
- Anda, haz tú lo mismo.






El Divino Maestro Jesús-Cristo ha enseñado al hombre a hacer bien con el sufrimiento y a hacer bien a quien sufre.

Pertenece también al Evangelio del sufrimiento -y de modo orgánico- la parábola del buen Samaritano. Mediante esta parábola Cristo quiso responder a la pregunta « ¿Y quién es mi prójimo?». En efecto, entre los tres que viajaban a lo largo de la carretera de Jerusalén a Jericó, donde estaba tendido en tierra medio muerto un hombre robado y herido por los ladrones, precisamente el Samaritano demostró ser verdaderamente el «prójimo» para aquel infeliz. «Prójimo» quiere decir también aquél que cumplió el mandamiento del amor al prójimo. Otros dos hombres recorrían el mismo camino; uno era sacerdote y el otro levita, pero cada uno «lo vio y pasó de largo». En cambio, el Samaritano «lo vio y tuvo compasión... Acercóse, le vendó las heridas», a continuación «le condujo al mesón y cuidó de él». Y al momento de partir confió el cuidado del hombre herido al mesonero, comprometiéndose a abonar los gastos correspondientes.

La parábola del buen Samaritano pertenece al Evangelio del sufrimiento. Indica, en efecto, cuál debe ser la relación de cada uno de nosotros con el prójimo que sufre. No nos está permitido «pasar de largo», con indiferencia, sino que debemos «pararnos» junto a él. Buen Samaritano es todo hombre, que se para junto al sufrimiento de otro hombre de cualquier género que ése sea. Esta parada no significa curiosidad, sino más bien disponibilidad. Es como el abrirse de una determinada disposición interior del corazón, que tiene también su expresión emotiva. Buen Samaritano es todo hombre sensible al sufrimiento ajeno, el hombre que «se conmueve» ante la desgracia del prójimo. Si Cristo, conocedor del interior del hombre, subraya esta conmoción, quiere decir que es importante para toda nuestra actitud frente al sufrimiento ajeno. Por lo tanto, es necesario cultivar en sí mismo esta sensibilidad del corazón, que testimonia la compasión hacia el que sufre. A veces esta compasión es la única o principal manifestación de nuestro amor y de nuestra solidaridad hacia el hombre que sufre.



Sin embargo, el buen Samaritano de la parábola de Cristo no se queda en la mera conmoción y compasión. Estas se convierten para él en estímulo a la acción que tiende a ayudar al hombre herido. Por consiguiente, es en definitiva buen Samaritano el que ofrece ayuda en el sufrimiento, de cualquier clase que sea. Ayuda, dentro de lo posible, eficaz. En ella pone todo su corazón y no ahorra ni siquiera medios materiales. Se puede afirmar que se da a sí mismo, su propio «yo», abriendo este «yo» al otro. Tocamos aquí uno de los puntos clave de toda la antropología cristiana. El hombre no puede «encontrar su propia plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás». Buen Samaritano es el hombre capaz precisamente de ese don de sí mismo.

Siguiendo la parábola evangélica, se podría decir que el sufrimiento, que bajo tantas formas diversas está presente en el mundo humano, está también presente para irradiar el amor al hombre, precisamente ese desinteresado don del propio «yo» en favor de los demás hombres, de los hombres que sufren. Podría decirse que el mundo del sufrimiento humano invoca sin pausa otro mundo: el del amor humano; y aquel amor desinteresado, que brota en su corazón y en sus obras, el hombre lo debe de algún modo al sufrimiento. No puede el hombre «prójimo» pasar con desinterés ante el sufrimiento ajeno, en nombre de la fundamental solidaridad humana; y mucho menos en nombre del amor al prójimo. Debe «pararse», «conmoverse», actuando como el Samaritano de la parábola evangélica. La parábola en sí expresa una verdad profundamente cristiana, pero a la vez tan universalmente humana. No sin razón, aun en el lenguaje habitual se llama obra «de buen samaritano» toda actividad en favor de los hombres que sufren y de todos los necesitados de ayuda.

Esta actividad asume, en el transcurso de los siglos, formas institucionales organizadas y constituye un terreno de trabajo en las respectivas profesiones. ¡Cuánto tiene «de buen samaritano» la profesión del médico, de la enfermera, u otras similares! Por razón del contenido «evangélico», encerrado en ella, nos inclinamos a pensar más bien en una vocación que en una profesión. Y las instituciones que, a lo largo de las generaciones, han realizado un servicio «de samaritano» se han desarrollado y especializado todavía más en nuestros días. Esto prueba indudablemente que el hombre de hoy se para con cada vez mayor atención y perspicacia junto a los sufrimientos del prójimo, intenta comprenderlos y prevenirlos cada vez con mayor precisión. Posee una capacidad y especialización cada vez mayores en este sector. Viendo todo esto, podemos decir que la parábola del Samaritano del Evangelio se ha convertido en uno de los elementos esenciales de la cultura moral y de la civilización universalmente humana. Y pensando en todos los hombres, que con su ciencia y capacidad prestan tantos servicios al prójimo que sufre, no podemos menos de dirigirles unas palabras de aprecio y gratitud.



Estas se extienden a todos los que ejercen de manera desinteresada el propio servicio al prójimo que sufre, empeñándose voluntariamente en la ayuda «como buenos samaritanos», y destinando a esta causa todo el tiempo y las fuerzas que tienen a su disposición fuera del trabajo profesional. Esta espontánea actividad «de buen samaritano» o caritativa, puede llamarse actividad social, puede también definirse como apostolado, siempre que se emprende por motivos auténticamente evangélicos, sobre todo si esto ocurre en unión con la Iglesia o con otra Comunidad cristiana. La actividad voluntaria «de buen samaritano» se realiza a través de instituciones adecuadas o también por medio de organizaciones creadas para esta finalidad. Actuar de esta manera tiene una gran importancia, especialmente si se trata de asumir tareas más amplias, que exigen la cooperación y el uso de medios técnicos. No es menos preciosa también la actividad individual, especialmente por parte de las personas que están mejor preparadas para ella, teniendo en cuenta las diversas clases de sufrimiento humano a las que la ayuda no puede ser llevada sino individual o personalmente. Ayuda familiar, por su parte, significa tanto los actos de amor al prójimo hechos a las personas pertenecientes a la misma familia, como la ayuda recíproca entre las familias. 

Es difícil enumerar aquí todos los tipos y ámbitos de la actividad «como samaritano» que existen en la Iglesia y en la sociedad. Hay que reconocer que son muy numerosos, y expresar también alegría porque, gracias a ellos, los valores morales fundamentales, como el valor de la solidaridad humana, el valor del amor cristiano al prójimo, forman el marco de la vida social y de las relaciones interpersonales, combatiendo en este frente las diversas formas de odio, violencia, crueldad, desprecio por el hombre, o las de la mera «insensibilidad», o sea la indiferencia hacia el prójimo y sus sufrimientos. 

Es enorme el significado de las actitudes oportunas que deben emplearse en la educación. La familia, la escuela, las demás instituciones educativas, aunque sólo sea por motivos humanitarios, deben trabajar con perseverancia para despertar y afinar esa sensibilidad hacia el prójimo y su sufrimiento, del que es un símbolo la figura del Samaritano evangélico. La Iglesia obviamente debe hacer lo mismo, profundizando aún más intensamente -dentro de lo posible- en los motivos que Cristo ha recogido en su parábola y en todo el Evangelio. La elocuencia de la parábola del buen Samaritano, como también la de todo el Evangelio, es concretamente ésta: el hombre debe sentirse llamado personalmente a testimoniar el amor en el sufrimiento. Las instituciones son muy importantes e indispensables; sin embargo, ninguna institución puede de suyo sustituir el corazón humano, la compasión humana, cuando se trata de salir al encuentro del sufrimiento ajeno. Esto se refiere a los sufrimientos físicos, pero vale todavía más si se trata de los múltiples sufrimientos morales, y cuando la que sufre es ante todo el alma.



La parábola del buen Samaritano, que -como hemos dicho- pertenece al Evangelio del sufrimiento, camina con él a lo largo de la historia de la Iglesia y del cristianismo, a lo largo de la historia del hombre y de la humanidad. Testimonia que la revelación por parte de Cristo del sentido salvífico del sufrimiento no se identifica de ningún modo con una actitud de pasividad. Es todo lo contrario. El Evangelio es la negación de la pasividad ante el sufrimiento. El mismo Cristo, en este aspecto, es sobre todo activo. De este modo realiza el programa mesiánico de su misión, según las palabras del profeta: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ungió para evangelizar a los pobres; me envió a predicar a los cautivos la libertad, a los ciegos la recuperación de la vista; para poner en libertad a los oprimidos, para anunciar un año de gracia del Señor». Cristo realiza con sobreabundancia este programa mesiánico de su misión: El pasa «haciendo el bien», y el bien de sus obras destaca sobre todo ante el sufrimiento humano. La parábola del buen Samaritano está en profunda armonía con el comportamiento de Cristo mismo.

Esta parábola entrará, finalmente, por su contenido esencial, en aquellas desconcertantes palabras sobre el juicio final, que Mateo ha recogido en su Evangelio: «Venid, benditos de mi Padre, tomad posesión del reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; preso, y vinisteis a verme». A los justos que pregunten cuándo han hecho precisamente esto, el Hijo del Hombre responderá: «En verdad os digo que cuantas veces hicisteis eso a uno de estos mis hermanos menores, a mí me lo hicisteis». La sentencia contraria tocará a los que se comportaron diversamente: «En verdad os digo que cuando dejasteis de hacer eso con uno de estos pequeñuelos, conmigo dejasteis de hacerlo». 

Se podría ciertamente alargar la lista de los sufrimientos que han encontrado la sensibilidad humana, la compasión, la ayuda, o que no las han encontrado. La primera y la segunda parte de la declaración de Cristo sobre el juicio final indican sin ambigüedad cuán esencial es, en la perspectiva de la vida eterna de cada hombre, el «pararse», como hizo el buen Samaritano, junto al sufrimiento de su prójimo, el tener «compasión», y finalmente el dar ayuda. En el programa mesiánico de Cristo, que es a la vez el programa del reino de Dios, el sufrimiento está presente en el mundo para provocar amor, para hacer nacer obras de amor al prójimo, para transformar toda la civilización humana en la «civilización del amor». En este amor el significado salvífico del sufrimiento se realiza totalmente y alcanza su dimensión definitiva. Las palabras de Cristo sobre el juicio final permiten comprender esto con toda la sencillez y claridad evangélica.


Estas palabras sobre el amor, sobre los actos de amor relacionados con el sufrimiento humano, nos permiten una vez más descubrir, en la raíz de todos los sufrimientos humanos, el mismo sufrimiento redentor de Cristo. Cristo dice: «A mí me lo hicisteis». El mismo es el que en cada uno experimenta el amor; El mismo es el que recibe ayuda, cuando esto se hace a cada uno que sufre sin excepción. El mismo está presente en quien sufre, porque su sufrimiento salvífico se ha abierto de una vez para siempre a todo sufrimiento humano. Y todos los que sufren han sido llamados de una vez para siempre a ser partícipes «de los sufrimientos de Cristo». Así como todos son llamados a «completar» con el propio sufrimiento «lo que falta a los padecimientos de Cristo». Cristo al mismo tiempo ha enseñado al hombre a hacer bien con el sufrimiento y a hacer bien a quien sufre. Bajo este doble aspecto ha manifestado cabalmente el sentido del sufrimiento.

El samaritano de la parábola encarna lo que significa amar concretamente y en forma eficaz hasta el fondo. Su amor no conoce límites, ni barreras, ni fronteras de ningún tipo. Es un amor de misericordia semejante al que ha manifestado Dios en Cristo. Se compromete en forma práctica en favor del hombre que está tirado en el camino. Su amor eficaz traduce en obras una actitud fundamental ante el sufrimiento ajeno, en virtud de la cual se reacciona para erradicarlo, por la única razón de que existe tal sufrimiento y con la convicción de que, en esa reacción ante del sufrimiento ajeno, se juega, sin escapatoria posible la propia existencia. La experiencia de la misericordia, en efecto, realiza el compromiso fundamental por el Reino, pues actuando de ese modo nos comportamos como Dios y al estilo de Dios. Es el único camino para alcanzar un día la plena comunión con él “heredar la vida eterna”.


¿Quién fue el buen samaritano en la parábola de Jesús? ¡Él mismo! Y si somos imitadores de Él, nosotros también podemos serlo.

EL AMOR AL PRÓJIMO SALE DEL CORAZÓN Y BROTA DESDE EL FONDO DE LA VOLUNTAD DIVINA DEL ALMA…
LIARA
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Examen de conciencia del buen peregrino

      

  



Tú me enseñas, SEÑOR, que el peregrino avanza a impulso del amor, del fin y el término, que eres tú.

Perdón, Señor, por:
Mi falta de amor a ti.
No amarte con todo el corazón, con toda mi alma, con todas mies fuerzas, con toda mi mente como a mi origen y mi fin, mi alfa y mi omega.
No hacer de mi vida una alabanza de tu gloria.
No buscarte sólo a ti en todas las cosas.
Mi falta de pensar en el Cielo como término.
Porque pongo mi meta en las criaturas.

-Tú me enseñas, SEÑOR, que el peregrino elige el camino más directo hacia ti.

Perdón, Señor, porque voy frecuentemente por caminos torcidos.
Porque elijo el camino de mi egoísmo, de mis intereses y ambiciones, de mis apetencias y caprichos.
Porque no subordino las criaturas a tu servicio y al servicio de los hombres.
Porque no cumplo la norma del Principio y fundamento de los Ejercicios espirituales del “tanto cuanto”.
Porque no ordeno la parte de la creación que me corresponde para que sea alabanza de tu gloria.
Porque no soy fiel al camino de mi grupo apostólico, del trabajo, del estudio, de la familia.

-Tú me enseñas, SEÑOR, que el peregrino se desprende del impedimento y camino ligero de equipaje.

Perdón, Señor, por mi apego a las cosas de este mundo.
Perdón porque mi corazón es un almacén de baratijas.
Perdona mi aferramiento a todo lo mío: mis posesiones, mis ocupaciones, mis afectos, mis problemas, mis intereses, mi tiempo, mi dinero, mi estima, mi imagen, mi prestigio.
Perdona, Señor mi afán de poseer y de acrecentar lo mío.

-Tú me enseñas, SEÑOR, que el peregrino vence las dificultades del camino.

Perdón, Señor, por mi temor a las dificultades.
Porque no confío en que con tu gracia las puedo vencer.
Porque no soy consciente de que mi fuerza proviene de ti.
Porque me dejo aplastar por los problemas.

-Tú me enseñas, SEÑOR, que el peregrino supera la fatiga y el cansancio.

Perdón, Señor, por lo fácilmente que me rindo a la fatiga.
Por la frecuencia con que me dejo vencer por el cansancio.
Por mi negligencia en el cumplimiento de mis compromisos cristianos.
Por mi remisión en el apostolado.






Por mi falta de fervor a la Madre Divina.
Por la facilidad con la que me busco excusas para no cumplir ni asistir a los actos de mi comunidad espiritual.
Porque soy más propenso a la llamada del mundo y de las diversiones que a la llamada del deber.

-Tú me enseñas, SEÑOR, que el peregrino avanza con espíritu austero y penitencial.

Perdón, Señor, por mi falta de austeridad y penitencia.
Por mis derroches y gastos superfluos.

Por mi afán de comodidad y bienestar.
Por rehuir el esfuerzo y la superación.
Por mi conformidad con el mundo en costumbres y diversiones.
Porque no vivo la identificación con la cruz de Jesucristo.
Porque no me solidarizo con los pobres, los indigentes, los marginados, los que sufren en el cuerpo o en el espíritu.
Porque no vivo consciente de que pertenezco a un cuerpo místico doliente.
Porque no venzo mis egoísmos, apetencias y caprichos.



-Tú me enseñas, SEÑOR, que el peregrino ayuda a sus compañeros de camino.

Perdón, Señor, por mi olvido de los demás.
Porque no hago de mi vida un servicio a los hombres.
Porque no comparto lo mío con mis hermanos.
Porque no me considero mero administrador de los talentos que de ti he recibido.
Porque no difundo paz, comprensión, consuelo, alegría a los que caminan conmigo.
Porque no ayudo a los demás a llevar y soportar sus cargas.
Porque no tengo presente la cuenta estricta que he de dar de los bienes que tú me has concedido.



FUNDACIÓN LIARA LUZINTERIOR DE AMONRA 
UNA LUZ EN VUESTRO CAMINO.
FELILUXOR
FE Y FELICIDAD EN LA LUZ DE ORO A MIS PADRES Y HERMANOS QUE ESTÁN EN LOS CIELOS Y EN LA TIERRA.
POR UNA ALIANZA FORTALECIDA EN LA CONSERVACIÓN A LO QUE NUESTRO PADRE DE LOS MUNDOS NOS HA DADO COMO HERENCIA KARMICA TRABAJANDO EN COMUNIDAD POR LA CONTINUIDAD DE LA VIDA SIENDO UN BUEN PEREGRINO CON NUESTROS SEMEJANTES EN LUZ VIDA Y AMOR.



Reflexión por la Unidad de la Vida



No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque que á su tiempo segaremos, si no desmayamos, Así que según tengamos oportunidad, hagamos bien á todos, y a los de la familia de la fe. (Gálatas 6).


Oh creador Del universo que tu gracia nos inspire, y nos acompañe en todas nuestras obras, para que nuestro trabajo siempre comience en Ti y para ti, Como una fuente, sobre esta tierra sin rendirme, realizando mi proyecto de vida de un modo consciente y responsable. Yo sé que cada día me lleva más allá en el camino de mi educación y mi crecimiento. Yo sé que cada paso me lleva más allá venciendo los límites de mi ignorancia, mi pobreza o mi egoísmo. Ayúdame a creer en la felicidad, que surge del esfuerzo por lograr estimular la vida en mí y en mis semejantes.
Padre aquí estoy para seguirte donde Tú me guíes y dirijas.
Quiero ser tu discípulo fiel y aprender todo lo que quieras enseñarme.
Te ofrezco todo lo bueno que hay en mí para servir a los demás.
Estoy disponible, para seguir tus pasos.
Estoy feliz, porque a tu lado aprendo a vivir haciendo el bien. Tengo muchas ganas de crecer en la fe, en la esperanza y en el amor a los demás.
¡Ayúdame a vivir como un buen discípulo, enséñame cada día para seguir tus pasos pues deseo servir a mis semejantes.!
Ayúdame a ser servicial, a preocuparme por los demás, a vivir pensando en ellos. Enséñame a ayudar, a ser generoso y abierto, a estar siempre dispuesto para dar una mano. Quiero dar muchos frutos de buenas acciones, Quiero ser solidario y amar a los demás con gestos, hechos y actitudes, no sólo con palabras. Ayúdame a que mi semilla pueda dar muchos frutos de cosas buenas.
Bendice desde hoy nuestras vidas en nuestra fundación Liara.
Por la vida De nuestros semejantes Como fuente de Luz que alimente a todos los seres que lleguen a Ella.






FUNDACIÓN LIARA
LUZ INTERIOR AMONRA FUENTE DE LUZ
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POR LA VIDA DE NUESTRO HOGAR NUESTRO PLANETA TIERRA.

miércoles, 1 de febrero de 2017

Gratitud por lo recibido





MIL GRACIAS POR PERMITIRME SER UNA MAS DE USTEDES





La vela del amor, la esperanza y la amistad.

Por favor mantén encendida la vela de la esperanza el amor y la amistad, quiero y deseo compartirlo con todos  ustedes.



Pidamos   al Padre y creador del Universo  que cada 
día nos de mas Fe y confianza

para afrontar nuestro día a día.

Recuerda que todo es posible al que cree

y que también sin  fe es imposible agradarle

por eso cuando pidas algo en oración, ten

la certeza que todo te será concedido en el tiempo.

VERDADERAMENTE  ES CIERTO.







Mantén la Vela encendida.




ORAD EN VUESTRO TEMPLO DE LA LUZ INTERIOR


Pedí a Dios agua,  Él me dio un océano. 

Pedí a Dios una flor, Y me dio un jardín.

Pedí a Dios un árbol, Y Él me dio un bosque.

Pedí a Dios un Amigo, y Él me dejó conocerte. 

'No existe obscuridad en el Planeta Tierra 

que pueda apagar la luz de una vela.' 









La Vela del Amor, La Esperanza y La Amistad... 









FELILUXOR
FE Y FELICIDAD EN LA LUZ DE ORO


A MIS PADRES Y HERMANOS 
QUE ESTÁN EN LOS CIELOS Y EN LA TIERRA.
POR LA VIDA DE NUESTRO HOGAR 
NUESTRO PLANETA TIERRA.




La Caridad



La caridad es la base para un buen tejido socialTomado del libro de Allan Kardec. Viaje Espiritista en 1862, 



¿Cómo llegará esto? Puesto que el reino del bien es incompatible con el egoísmo, hace falta la destrucción del egoísmo.
Ahora bien: ¿Quién puede destruirlo? 
El predominio del sentimiento de amor, que induce a los hombres a tratarse como hermanos y no como enemigos.

La caridad es la base la piedra angular de todo el edificio social, sin ella, el hombre no edificará más que sobre arena.
Que los esfuerzos, y sobre todo los ejemplos de todos los hombres de bien tiendan, pues, a propagarla.
Que no desesperen si notan un recrudecimiento en las malas pasiones.
Ellas son los enemigos del bien y viéndole avanzar, se lanzan contra él, pero Dios ha permitido que, por sus propios excesos.
Ellas se autodestruirán.
El paroxismo de un mal es siempre la señal de que toca a su fin. 



Sin la caridad el hombre no construye sino sobre la arena, y un ejemplo nos lo hará comprender mejor:
Algunos hombres bien intencionados conmovidos por los sufrimientos de una parte de sus semejantes han creído hallar el remedio al mal.
En determinados sistemas de reforma social con pocas diferencias el principio es poco más o menos el mismo en todos sea cual sea el nombre que se les dé:
Vida en común para que sea menos onerosa, Comunidad de bienes para que cada uno tenga algo
Participación de todos en la obra común.
Nada de grandes riquezas, pero también nada de miseria.
Eso era muy seductor para aquél que, no teniendo nada veía ya la bolsa del rico entrar en el fondo social sin calcular que la totalidad de las riquezas puestas en común crearía una miseria general en lugar de una miseria parcial.
Que la igualdad establecida hoy sería rota mañana por la movilidad de la población y la diferencia entre las aptitudes.
Que la igualdad permanente de los bienes supone la igualdad de las capacidades y el trabajo.
Pero la cuestión no está ahí, no entra en mi esquema examinar la fuerza y la debilidad de esos sistemas.
Hago abstracción de las imposibilidades de las que acabo de hablar y me propongo examinarlas desde otro punto de vista del cual que yo sepa nadie se ha preocupado todavía y que tiene relación con nuestro tema.
Los autores, fundadores o promotores de todos estos sistemas sin excepción, se han propuesto sólo la organización de la vida material de una manera provechosa para todos.
El fin es digno de elogio sin lugar a dudas.
Falta saber si dicho edificio no carece de la base que podría consolidarlo admitiendo que fuera practicable.



La comunidad es la renuncia más completa de la personalidad:
Cada uno debe poner su esfuerzo personal y ello requiere la abnegación más absoluta.
Ahora bien, el móvil de la abnegación y de la renuncia, es la caridad, es decir, el amor al prójimo.
Pero nosotros hemos reconocido que el fundamento de la caridad es la creencia que la falta de creencia conduce al materialismo, y el materialismo al egoísmo.
En un sistema que, por su naturaleza, requiere para su estabilidad.
Las virtudes morales en grado supremo
Hacía falta tomar el punto de partida en el elemento espiritual.
Pues bien, no sólo no se le ha tomado en consideración al ser lo material el único fin sino que varios de estos sistemas están basados en una doctrina materialista, a voces confesada, o en un panteísmo, especie de materialismo disfrazado
Es decir, adornados con el bello nombre de fraternidad
Pero la fraternidad, igual que la caridad, no se impone ni se decreta.
Hace falta que esté en el corazón y no es precisamente el sistema el que la hará nacer si ella no está ya en él mientras que lo contrario arrumará el sistema y lo hará caer en la anarquía.
Porque cada uno querrá procurar algo para sí mismo.
La experiencia está ahí para probar que estos sistemas no ahogan ni las ambiciones ni la codicia.
Antes de hacer la cosa para los hombres había que formar a los hombres para la cosa como se forma a los obreros antes de confiarles un trabajo.
Antes de edificar, hay que asegurarse de la solidez de los materiales.
Aquí los materiales sólidos son los hombres de corazón, dedicación y abnegación.



Con el egoísmo, el amor y la fraternidad son palabras vanas, tal como hemos dicho.
¿Cómo, pues, bajo el imperio del egoísmo, fundar un sistema que requiere la abnegación a un grado tal que tiene por principio esencial la solidaridad de todos para cada uno y de cada uno para todos? 
Algunos han abandonado el suelo natal para ir a fundar colonias a lo lejos.

Bajo el régimen de la fraternidad han querido huir del egoísmo que los aplastaba, pero el egoísmo les ha seguido e incluso allí ha habido explotadores y explotados, porque la caridad ha faltado Han creído que les bastaba llevarse la mayor cantidad de brazos posible sin pensar en que se llevaban al mismo tiempo los gusanos roedores de su Institución que se arruinó con tal rapidez porque no había en ellos ni fuerza moral ni fuerza material suficientes.
Lo que les faltaba era más corazones sólidos, en vez de tantos brazos, desgraciadamente muchos sólo les han seguido porque no habiendo sabido hacer nada en otra parte han creído dispensarse de ciertas obligaciones personales.
No han visto más que una meta seductora sin ver el espinoso camino para alcanzarla.
Decepcionados en sus esperanzas reconociendo que antes de disfrutar hacía falta trabajar mucho sacrificar mucho, sufrir mucho.
Han tenido como perspectiva el descorazonamiento y la desesperación.
Y ya sabéis qué ha sido de la mayoría, su equivocación
ha sido el haber querido construir un edificio empezando por el tejado.
Antes de haber colocado fundamentos bien sólidos
Estudiad la historia y la causa de la caída de los estados más florecientes y en todas partes veréis la mano del egoísmo, de la codicia, de la ambición.
Sin la caridad, no hay Institución humana estable
y no hay caridad ni fraternidad posibles en la verdadera acepción de la palabra, sin la creencia.
Aplicaos, pues, a desarrollar estos sentimientos que al ir en aumento, eliminarán el egoísmo que os destruye cuando la caridad haya penetrado en las masas, cuando se haya convertido en la fe.
En religión de la mayoría entonces vuestras instituciones mejorarán por la misma fuerza de las circunstancias
Los abusos nacidos del culto a la personalidad
desaparecerán. 




Enseñad, pues, la caridad, y sobre todo, predicad con el ejemplo:
Es el áncora de salvación de la sociedad
Solamente la caridad puede traer el reinado del bien
Que es el reino de Dios sobre la Tierra
Sin ella, por mucho que hagáis
No crearéis más que utopías
De las cuales no obtendréis sino decepciones
Si el Espiritismo es una verdad
Si debe ayudar a regenerar el mundo
Es porque tiene por base la caridad
No viene a derribar ningún culto
Ni establecer uno nuevo
Proclama y prueba las verdades comunes a todos
Bases de todas las religiones
Sin preocuparse de los puntos de detalle
Solamente viene a destruir una cosa:
El materialismo, que es la negación de toda religión
No viene a destruir sino un solo templo:
El del egoísmo y el orgullo
Ya dar un sentido práctico a estas palabras del Cristo que son toda la ley:
Amad a vuestro prójimo como a vosotros mismos.
No os asombréis pues, de que tenga por adversarios a los adoradores del becerro de oro cuyos altares viene a destruir, tiene, naturalmente, contra él a los que encuentran que su moral es incómoda a los que hubieran pactado voluntariamente con los espíritus y sus manifestaciones.
Si los espíritus se hubieran avenido en divertirlos
Si no hubieran venido a rebajar su orgullo a predicarles la abnegación el desinterés y la humildad dejadles que digan y que hagan:
Las cosas no dejarán de seguir el curso que está en los designios de Dios
El Espiritismo, por su poderosa revelación, viene pues a acelerar la reforma social
Sus adversarios se reirán sin duda de esta pretensión
Y sin embargo no tiene nada de presuntuosa.


Hemos demostrado que la incredulidad, la simple duda en el porvenir conduce al hombre a concentrarse en la vida presente lo cual desde luego, desarrolla el sentimiento del egoísmo.
El único remedio contra este mal es concentrar la atención sobre otro punto y desplazarla hacia otra meta por así decirlo, con el objeto de hacerle perder sus hábitos

El Espiritismo

Probando de una manera patente la existencia del mundo invisible
Conduce forzosamente a un orden muy distinto de ideas
Pues amplía el horizonte moral limitado a la Tierra
La importancia de la vida corporal disminuye a medida
Que crece la de la vida espiritual; así, de manera natural
Nos situamos en otro punto de vista, y lo que nos parecía una montaña.
Se nos presenta ahora no mayor que un grano de arena
Las ambiciones, las vanidades de este mundo se convierten en puerilidades.
Como juguetes infantiles frente al porvenir grandioso que nos espera al dar menos valor a las cosas terrenales se busca menos el satisfacerlas en perjuicio de los demás de ahí una disminución en el sentimiento del egoísmo.


Esto no es, según la expresión de un materialista, un sacrificio de personas engañadas es, según expresión del Cristo una inversión a rendimiento centuplicado.
Con el Espiritismo el hombre comprende que tiene todas las ventajas a su favor 
Practicando el bien, y todas las de perder haciendo el mal
Pues bien, entre la certeza, y no diré la posibilidad, de perder o de ganar
La elección no puede ser dudosa.
De ahí que la propagación de la idea espiritista tiende, necesariamente, a convertir a los hombres en mejores los unos para con los otros y lo que hoy hace sobre los individuos,
lo hará mañana sobre la sociedad cuando el Espiritismo sea difundido de manera general.
Procuremos, pues, divulgarlo en interés de todos
¡OH Dios! 

Permíteme ser un buen Ciudadano del Mundo
y un incansable Trabajador de la Luz.


LIARA
LUZ INTERIOR AMONRA FUENTE DE LUZ
PARA ALIMENTAR VUESTRO SER EN TU CAMINO…
A MIS PADRES Y HERMANOS
QUE ESTÁN EN LOS CIELOS Y EN LA TIERRA.
POR LA VIDA DE NUESTRO HOGAR NUESTRO PLANETA TIERRA.